“Las madres protegen de forma natural a sus hij@s mediante las envolturas de las membranas amnióticas, preservando un ambiente relativamente estéril durante toda la gestación”, indica el Dr. Manuel Sánchez Luna, jefe del Servicio de Neonatología del Hospital General Universitario Gregorio Marañón de Madrid.
“Pero si un agente infeccioso, un patógeno, es capaz de atravesar esas envolturas, la placenta o llegar al feto a través de la sangre, sobre todo en las etapas más precoces del embarazo, nos enfrentaremos a un riesgo devastador”, subraya el también presidente de seNeo.
Cuanto más precoz sea la infección, mayor riesgo existe de muerte intrauterina del futuro bebé o de que padezca secuelas muy graves. Cuando las infecciones se producen más próximas al nacimiento, se registran cuadros clínicos diferentes.
“Desde un menor número de malformaciones a procesos graves que pueden conllevar la muerte fetal tardía o condicionar la vida de un recién nacido con problemas físicos muy serios”, especifica el neonatólogo.
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